Spread the love

Conmoción y gran dolor ha causado la muerte de Leslie Rosado: una mujer madre, esposa, hija, hermana, amiga, profesional, empresaria. Una mujer que, como muchas otras, se levantaba cada día a construir un mundo mejor para su familia. Un ser humano del cual muchos nos enteramos cuando su vida fue cegada por una bala, que salió del arma de alguien a quien le confiamos nuestra seguridad.

Por eso: todos podemos ser Leslie y que nuestro último suspiro de vida sea a la vista de nuestras autoridades, que vea cómo somos ultimados por alguien que, con o sin uniforme, posee un arma con las balas que pagamos con nuestros impuestos para que nos defienda; que reciba un sueldo para que, estando de turno o no, nos proteja y no que acabe con nuestra existencia. Y peor aún, como consecuencia de la negligencia de un sistema de emergencias que no atendió el llamado de urgencia.

Todos podemos ser Leslie: salir una noche de una reunión familiar, social o laboral, sin saber si será nuestro último día; queriendo salvar nuestra vida, huyéndole despavoridos a la muerte; y al no lograrlo ser enterrados por nuestros padres e hijos, dejando un vacío inmenso y un dolor que no querrán borrar ni cambiar por el olvido.

Todos podemos ser Leslie, por eso necesitamos cambiar las excusas y evasivas, por una voluntad política que en realidad reforme nuestra Policía Nacional y todos los cuerpos castrenses.